Como el pueblo está entre los montes buena parte de sus calles siguen trazos inciertos, respetando las coqueterías del terreno, así que hay que bajar y subir por los empedrados de las callecitas, y persignarse porque las leyes de tránsito son solamente rumores inocuos para los guiadores de allá.
Si tienen oportunidad dénse una vuelta por Ixtapan, vale la pena, y luego les digo si el tratamiento me sirvió para lo que lo andaba buscando (han sido tantos esfuerzos que no tengo mucha esperanza, pero en fin, eso es lo último que mueren, dicen ¿no?).
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